La Ermita
de Nuestra Señora del Berrocal:
Al
Este de la población de Belvís y a medio camino entre ésta y Las Casas, se
alza, sobre lo alto de un cerro, la Ermita de Nuestra Señora del Berrocal.
Desde allí podemos contemplar una bella panorámica: el embalse de Valdecañas,
las riveras del Tajo y las sierras que lo rodean, la dehesa de encina y retama,
la Jarilla...
El
origen de esta ermita es muy remoto, tal vez del siglo XIII, lo que es difícil
de constatar por las numerosas modificaciones que el edificio ha sufrido a lo
largo de su historia. La tradición asegura que la ermita del Berrocal tuvo su
origen en tiempos remotos, cuando cayó sobre la comarca una enorme pedrisca que
asoló los campos y las cosechas, respetando las tierras de Belvís, por lo que
aquellos antiguos “belvisos”
levantaron una ermita en el lugar en que hoy se halla, por haber sido encontrada
allí la imagen de una virgen negra, a la que atribuyeron el milagro.
Presenta
planta rectangular de 31 metros de longitud por 8 metros de anchura, situando la
cabecera, como es habitual, hacia el Este. El acceso se realiza desde el muro
Norte mediante una puerta de arco de medio punto, elaborado con sillería granítica.
Adosada a su frente Meridional (Sur) aparece una estancia de 5’5 m. de
longitud por 5’5 m. e anchura, de la que sólo se conservaban parte de los
muros y que ha sido rehabilitada recientemente. En el exterior de la nave,
flanqueando la entrada de los pies de la misma, permanecen en pie algunos muros
que delimitan una estancia rectangular compartimentada de 6 por 6 metros, cuya
función podría ser la de casa del ermitaño, encargado de velar, cuidar y
mantener la ermita.
Dos
volúmenes perfectamente diferenciados componen la ermita, el tramo
correspondiente a la nave y el volumen de mayor altura que cubre la cabecera y
se remata con un tejado a cuatro aguas.
A
los pies de la nave, en el lado Norte o del Evangelio, se localiza una sencilla
espadaña rematada por tres flameros piramidales. La obra se realizó en
mampostería, mientras que las esquinas fueron reforzadas por sillarejo. La
superposición, tanto de volúmenes como de materiales, hacen difícil precisar
una cronología exacta.
En
su interior destaca la pequeña sala sobre el ábside y tras el retablo, que da
acceso directo a la figura de la Virgen y que responde por sus características
a lo típicos camarines de la arquitectura religiosa del barroco español. En
esta estancia encontramos restos de pintura mural, perdidos en su mayor parte.
La
imagen de la Virgen del Berrocal es una figura pequeña, realizada en piedra
caliza o mármol, cuya
descripción es la siguiente: la virgen está en pie, sosteniendo al Niño sobre
el brazo izquierdo. El Niño acaricia el mentón de la madre mientras en la otra
mano sostiene el Libro de la Sabiduría, descansando el conjunto sobre una
peana. Muestra la típica curvatura gótica, similar a la de la Virgen Blanca de
la Catedral de Toledo, fechada en la primera mitad del siglo XIV, mostrando
ambas figuras gran parecido. Existe la duda de que ésta sea la imagen original.
Tras un reciente estudio se llegó a la conclusión de que esta imagen era
antigua. En sus inicios, la imagen de la Virgen no estaba policromada, por lo
que, tras numerosos años policromada, se decidió recuperar su estado original.
La
ermita del Berrocal fue durante muchos siglos lugar de culto y peregrinación de
toda la comarca, debido a su fama de “milagrera”, protagonismo que perdió y
que ha recuperado por ser a ella a la que se acogieron aquellos primeros frailes
fundadores del Convento de San Francisco en los primeros años del siglo XVI.

Gran estatua
de bronce que, junto con la ermita y representando a los doce franciscanos
evangelizadores, corona la dehesa boyal del término municipal.
Virgen
del Berrocal

Romería en
honor a Ntra. Sñra. del Berrocal, durante las fiestas de mayo.
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